Sabemos que las energías renovables son la alternativa más limpia para el medio ambiente y por ello es esencial abastecernos de ellas en la medida de lo posible. Existen numerosos tipos de energías renovables y hablaremos de ellas en próximos artículos, pero empezaremos por energía solar.
¿En qué consiste la energía solar?
La energía solar es una fuente de energía inagotable, nos la proporciona el sol en forma de radiación electromagnética, es decir, luz, calor y rayos ultravioleta principalmente y podemos aprovecharla de dos maneras diferentes: energía solar fotovoltaica y energía solar térmica.
La energía solar fotovoltaica consiste en obtener electricidad a través de unas placas compuestas por semiconductores que reaccionan produciendo electricidad al recibir la radiación solar.
La energía solar térmica consiste en obtener calor principalmente para calentar agua, o para calefacción, a través de unos captadores solares que capturan la radiación y la convierten en energía térmica.
¿Cómo podemos aprovecharla?
Si queremos usar la energía solar fotovoltaica en nuestro hogar, existen 2 maneras de hacer la instalación:
- Instalación aislada: consiste en conectar las placas solares a unas baterías, a través de un dispositivo llamado regulador, que controla las carga de éstas. Las baterías almacenan la energía generada por las placas y la entregan en forma de corriente continua, es decir, como si fueran unas pilas, pero nuestros aparatos eléctricos, electrodomésticos, bombillas, etc. funcionan con corriente alterna, por eso es necesario conectar las baterías a un dispositivo llamado inversor, que transforma la corriente continua en alterna. Luego se conecta el inversor a nuestro cuadro eléctrico y ya tenemos nuestra instalación, totalmente aislada de la red eléctrica. De esta manera, no solo estamos siendo más respetuosos con el medio ambiente, sino que evitamos la factura de la compañía eléctrica. Aunque es verdad que requiere una buena inversión, pues las placas, las baterías y el inversor no son precisamente baratos, pero hay que pensar que es una inversión a largo plazo. Se calcula que empieza a resultar rentable aproximadamente a partir de los 17 años. Es como si siguiéramos pagando a la compañía eléctrica durante ese periodo de tiempo, pero sin subidas de precio y sabiendo que es energía 100% renovable.
- Instalación conectada a red: consiste en conectar directamente nuestras placas fotovoltaicas al inversor que mencionamos en la instalación aislada y el inversor conectado a nuestro cuadro eléctrico. De esta manera aprovechamos la energía generada por las placas directamente, es decir, no la almacenamos en ningún lugar. Como te habrás dado cuenta, de esta manera, por la noche no tendríamos energía eléctrica, ya que al no haber sol, las placas no generan nada. Por eso tenemos que tener nuestro cuadro eléctrico conectado a la red eléctrica como habitualmente. La idea es tener siempre el respaldo de la red para garantizar el suministro y toda la energía que generemos y no usemos se la vendemos a la compañía eléctrica, como si fuéramos nosotros mismos otra compañía que inyecta electricidad a la red. Tal vez te parezca que nos es tan rentable como la aislada, pero en realidad sí que lo es, incluso la rentabilidad se obtiene antes que en la aislada, en torno a los 15 años. Esto puede variar en distintos países, según la normativa vigente.
A la hora de la verdad, si queremos realizar alguna de estas instalaciones en nuestro hogar, lo tendremos más fácil si vivimos en una casa aislada, o chalet adosado, del cual podamos disponer de su techo o azotea para colocar las placas. Si vivimos en un edificio, la realidad es muy distinta, pues tendría que obtenerse un permiso, o que la comunidad de vecinos acordara realizar la inversión para todos los residentes, o que la construcción del edificio se haya pensado para ello, colocando placas fotovoltaicas no solo en la azotea, sino en las fachadas.
Si queremos usar energía solar térmica en nuestro hogar, tenemos el mismo problema que con la fotovoltaica en cuanto al espacio necesario, pues debemos disponer de un tejado o azotea donde colocar los elementos de la instalación.
En conclusión, la energía solar es buena y necesaria para respetar el medio ambiente y para ahorrarnos un dinero, que nunca viene mal, pero la realidad es que la mayoría de personas que viven en un edificio no tienen la oportunidad de aprovecharla. Afortunadamente la inversión en energías renovables por parte de las compañías eléctricas es cada vez mayor, además de que muchos gobiernos toman consciencia de la necesidad de usar este tipo de energías, legislando para favorecer y fomentar su uso. Todavía hay esperanza.
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